El taxista, ...una historia de la vida real.

Guayaquil es una ciudad que está llena de historias en cada esquina y los testigos de muchas de estas, somos los taxistas, ya que debido a nuestro trabajo estamos expuestos a diversas situaciones; es por eso que, hoy voy contarles una de mis anécdotas más impresionantes e interesantes que he vivido en mi taxi.

Soy Carlos García, y este es mi relato para relatos al estilo de Pablo Dávalos.

 Cierta madrugada buscaba pasajeros por la Zona Rosa., como a las 02h15 de la madrugada, vi a lo lejos una señorita, por su uniforme inferí que trabajaba en un banco, (aparentemente estaba algo mareada y sola); al verme, levantó su brazo solicitando mis servicios; me acerqué y al detenerme al lado de ella me preguntó:

-Sr. Buenos días ¿cuánto me cobra por llevarme a Guayacanes, a una calle de la gasolinera?,

-, serían $ 5,00 dólares.

"En Guayaquil, la situación actual a menudo se asemeja a la vida de los años cincuenta. Cuando un pasajero pregunta cuánto costaría una carrera a un lugar específico, el taxista lo observa, ve si está bien vestido, "'lo tasa"', lo evalúa,  y determina cuánto podría pagar el cliente para luego darle un precio. Este comportamiento se debe a que las 'autoridades', llenas de sinvergüenzas y corruptos, no tienen interés en regularizar la situación, lo que nos deja sumidos en el mismo caos que caracterizó al siglo pasado."
 

Aceptó, se subió, pero de forma inesperada, un hombre joven que vestía traje beige, la empujó.

Yo me sorprendí, iba a sacar mi bate de béisbol para golpearlo, pero me detuve al escuchar:

-Déjame acompañarte Olga.

Ella, inmediatamente con desprecio y malestar, respondió:

-No, no, no, ya te dije mil veces que no.

- ¡Pero mi amor, yo quiero protegerte!, -le dijo, al tiempo que giraba su cabeza hacia mí; me miró fijamente; ¡en ese momento yo, ...yo no sabía que hacer!, ...pero continúo rogándole:

-No quiero que te vayas sola, te puede pasar algo, “mírale, mírale no más la cara de morboso que tiene el taxista”

¡Estaba impactado, quería bajarme y romperle la cara!  en mi interior, yo pensaba y repetía: “mírale la cara de morboso al taxista”, si el morboso que se la quiere comer ¡eres tú!

-Vamos señor, dele, ordenó el joven.

Al instante enrrumbé mi nave hacía malecón, vi de reojo por el retrovisor que él se le abalanzo y empezaron a besarse fogosamente; al entrar al túnel perdieron la compostura y pudor; pues, vi que ella tenía desabotonada la blusa y los pechos afuera; él, lanzaba alaridos de placer, inmediatamente alcé el volumen del radio y se escuchó a Míriam Hernández cantando, “El hombre que yo amo”, adelanté el track del pen drive y salió la canción de Lalo Rodríguez, “Ven devórame otra vez” y ahí lo dejé.

Me propuse concentrarme y seguir conduciendo porque comenzaba a sudar, pero sentí su trasero friccionaba mi cabeza, miré hacia atrás y si, ¡era su trasero! no sé qué hacía, pero ese pobre hombre gritaba; al salir del túnel, hubo un profundo silencio, solo se escuchaba la música, así que bajé el volumen. Por mi mente pasaron cientos de ideas locas: ¿lo mató?, ¿ahora qué hago?, el carro estará lleno de sangre, me matará.

En el semáforo que da tránsito a los carros que vienen de la Atarazana, me detuve y la miré cuando le dijo:


-Pssssss, ¿eso fue todo?, el taxista me ha visto toda, ha disfrutado más que tú y ya no puedes hacer nada.

Solo les contaré que lo hizo bajar a empellones, me pidió que la lleve a su casa; se sentó a mi lado y, y, la llevé.

Muchas personas trabajamos dando servicio del taxi, porque es el último oficio que toma un profesional que no encuentra trabajo, pero a veces encontramos otras cosas. Jajajajajajajaja

Comentarios

Entradas populares