Me llamaron negra.

 


En el lienzo infinito del universo, el negro es el color que un pintor plasma sus secretos con su pincel celestial. Es ese color que se queda en lo más profundo de la noche, como la tinta que mezcla lo que vemos, con lo que soñamos.
Mi alma, como una vasija llena de sombras, acoge el color negro como a una amante íntima. En mi corazón, su esencia se mezcla, susurrándome un eco entristecido de viejas historias y misterios en cada latido. Es el bello tinte de la oscuridad que baila en mi ser, enredándose con mis pensamientos más profundos.
Lo llevo tatuado en mi piel, en los abrazos apasionados de mis amantes, su olor misterioso se quedó impregnado en mi piel, como fragancia de animal salvaje que se mezcla con el sudor de la pasión.
En la piel de mi familia Dávalos, se revela lo sombrío de la riqueza de esta negra paleta. Es un lazo invisible que traspasa generaciones, una herencia de misterios transmitidos, donde las largas sombras oscuras y retorcidas cuentan historias que solo la sangre comprende, …. Pero no entiende.
En mi conciencia y en mi alma, el negro es un espejo que refleja mis verdades ocultas. Es como mirar profundamente dentro de mí, confrontando los conflictos de mi vida. Y en ese espacio profundo, encuentro la fuerza para navegar por los caminos intrincados que la vida me condicionó.
A mi sangre.

Pablo Dávalos.

Me llamaron negra.

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