“Gato Viejo, Ratón Tierno”
“Gato Viejo, Ratón Tierno”
Faltaban tres días para mi cumpleaños 42; era viernes, un amigo me invitó a tomar unas cervezas al salir de la oficina, invitación que accedí para desesterarme, me había separado de mi esposa ocho meses antes. Era un bar sencillo, lo único que me llamó la atención era la vieja rockola que aun funcionaba y tocaba discos de vinil de 45 rpm.
—que
simpática esa chica del grupo amarillo.
—Ahhh,
ella es “Prepago”, vive cerca de mi casa, ¿quieres que te la presente?
Como no
soy moralista ni curuchupa, sin apartar los ojos viéndola bailar. pregunté la
edad.
—tiene
19 años, cumplidos; vea compa; “para gato viejo ratón tierno”; date un buen
banquete por tu cumpleaños, —me motivaba, —así colaboras con su familia.
Nunca me
ha gustado pagar por sexo, me gusta conquistar, seducir, hacer el juego; pero no
sé si era la cerveza, pero parecía que ella me llamaba, sabía que la estaba mirando y disfrutando,
me señalaba, me seducía con su pícara sonrisa, me miraba a través de la
televisión.
Al día siguiente
me llamo mi amigo:
—Ya le
hablé, ¿quieres que la lleve a tu departamento?
No tenía nada que hacer, era sábado.
—Eso sí,
debe estar en su casa máximo a las 2 am, —a lo que acepté.
Llegó a
las19h00, nos dio la impresión que nos conocíamos de mucho tiempo atrás, tuvimos
química, me gusto; ella sabía a lo que iba, así que no tuve prisa de nada,
—Comiste,
—pregunté.
—En realidad no, —me confesó.
Fuimos a una chifa; la gente la reconocía, nos miraban; cuchicheaban entre ellos, yo veía la envidia de los hombres de mi edad y de los mas jóvenes, me sentía afortunado de que esa mujer tan simpática y seductora iba a ser mía; de mis labios era imposible que no se notara mi sonrisa pícara. Terminamos de cenar y ahora si, a lo que vinimos.
Al legar
al departamento conversamos un momento, siendo las 22h35 sonó mi celular; Era
la madre de mis hijos, nunca me llama a no ser por algo relacionado a ellos,
así que respondí.
—Verónica
se ha caído, tiene rota la nariz y la cabeza, la estoy llevando al hospital de
niños.
¡No supe
que hacer!
Ella me
encantó más, al ser tan comprensiva:
—Anda
con tu niña, esto puede esperar, —me sentí volar por loa aires al recibir un beso de su boca
en la mía
La llamé
el domingo e hicimos cita para el lunes, era mi cumpleaños y no iría a
trabajar.
—Está
bien, estaré a las 09h00, pero me quedaré solo hasta las 17h00, porque salimos al
aire a las 18h00,
Llegó
puntual, desayunamos, para no recibir interrupciones apagué mi teléfono, estaba
duchándome y escuché sonar su celular.
—Es para ti, — me dijo extendiéndome su teléfono.
Intrigado,
contesté.
Acaban
de robar más de $ 50.000 dólares aquí en la oficina, esto es un caos, debes de
venir urgente, el señor Pérez pregunta enojado por ti.
Otra vez tuve que explicarle; esto se me salía de las
manos.
Me botaron del trabajo, por no haber asistido y justo
en el día de mi cumpleaños; pero, necio e ilusionado la invité nuevamente para
pasar el próximo sábado desde la mañana hasta la noche; propuse hacer una
parrillada, a ella le encantó la idea.
—Yo preparo y adobo, tu no hagas nada, me pidió.
Ahora si llegó el día, conversamos, reímos, yo la
abrazaba, le daba besos en el cuello y ella me hacía cosquillas, mientras preparábamos;
parecíamos dos chiquillos completamente enamorados. Me relató su vida, confesó
sus aspiraciones, estaba sacando la visa de trabajo, ha sido contratada por una
agencia de modelos de Estados Unidos e iba a estudiar medicina
—Ayúdame
a cortar la carne, me pidió.
No sabía
que afiló mi cuchillo y me corté desde la palma de la mano hasta la punta del
dedo índice.
—¡No
puede ser!, exclamé gritando.
¡Pensé,
maldición!, ¡otra vez, no puede ser!!, todo confluye negativamente.
En mi mano
abierta veía que en cada gota de sangre que rodaba, caía mi ilusión, mis anhelos
y deseos de todo hombre de mi edad.
Llegamos
al hospital y me dijo:
—Llámame
cuando tengas otra oportunidad; esto para mi es negocio, mi tiempo es dinero,
no te voy a cobrar nada, pero me tienes que dar $ 300 dólares.
Vi como
desaparecía por el pasillo del hospital con los $ 300, que ganó por haberme
hecho compañía 3 días.
Mi
economía bajó exponencialmente; busqué trabajo y encontré 2 meses después.
Todas las tardes llegaba temprano al departamento para verla, para, recordar
que tuve todo en mis manos para tenerla aquí en está cama y se me escapó. Cuando
tuve dinero para encontrarme nuevamente con ella, dejó de salir en la
televisión.
—Seguro
que se le cumplieron sus sueños y viajó a los Estados Unidos.
Por cosas del destino regresé con mi esposa; a los tiempos recibí una llamada de mi excompañero.
—Dónde estás?,
preguntó agitado, contentó le comenté:
—En
casa, regresé con mi mujer, estoy en casa con mis niños.
Escuché
un —queeeeeeeee, inexplicable
—Necesito
hablar contigo, me dijo, ¡—urgentemente!
Salí a
este inexplicable encuentro y me confesó:
—Lo
siento mucho amigo, no sé cómo vas a tomar está noticia.
¿Recuerdas
a la chica de la tele?
Intrigado
respondí:
—¡Si,
claro!!
—Acaba
de morir de SIDA, seguro tú lo tienes y ahora tu esposa; ¡no sabes cómo me
siento de culpable!, —me lo decía casi sollozando.
Me quedé impactado por varios momentos sin decir nada, con la mirada perdida: me preguntaba: donde fueron esos sueños de mujer, donde estarán sus sueños, sus ilusiones, su cautivadora sonrisa.
—¿Qué puedo hacer por ti, —me interrumpió, —¿Cómo le dirás a tu esposa? —Me preguntaba
—Ahh, no
te preocupes, te contaré, ...nunca pude hacer nada con ella…….., —abrazándolo,
caminamos mientras le relataba lo sucedido!
Prohibida su difusión y reproducción sin autorización de su autor: Pablo Dávalos.
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Contacto: Pablo Dávalos – Cell: 593 999 534 908
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