Confesiones de un futuro asambleísta ecuatoriano.
—Siempre he querido juntar a mis hijos y hacer una reunión que estemos
todos; quise, pero nunca lo pude hacer; he pasado la mayor parte de mi vida en
prisión.
—Aprendí a robar desde muy pequeño, mis amigos, muchos mayores que yo, me metían en las casas y yo le abría las puertas para que se lleven todo; me daban unas pocas monedas que me las gastaba en golosinas. Al crecer un poco, robaba a los borrachos y a las mujeres que llevaban prendas de oro o dinero; también disfrutaba al arrancarle los aretes de sus orejas, me complacía al sentir su sangre caliente recorrer entre mis dedos.
—He asaltado buses y he corrido por las calles, me he escondido en
los callejones más lúgubres y oscuros que han sido mi albergue y refugio; yo sabía que
por ahí nadie me seguiría y si se atrevían, los enfrentaba con mi cuchillo; a
este lo he querido más que al crucifijo; el me protege verdaderamente con su
filo, el otro solo permanece colgado de adorno en una pared de mi casa.
—¡Sí, claro!!, si creo en diosito; me encomiendo a él; ya verá: al
salir de caleta, cada vez que le voy a robar a alguien me persigno; al clavarle
mi cuchillo o dispararle, lo hago en su nombre; y al comerla a mi vecina doy
gracias al todo poderoso por ayudarme a hacer cachudo a su marido; ¡el men y
yo, estamos alineados, es mi protector!!
—No, nunca he podido trabajar, solo estudié la primaria; pero yo hago más dinero que los que sí han estudiado, míreme, mis buenos chuzos, pantalón y camisa de marca, hasta las medias y el bóxer; mantengo a mis princesas, a la reina y a mis hijos, bien bonito.
—No, nunca he podido trabajar, solo estudié la primaria; pero yo hago más dinero que los que sí han estudiado, míreme, mis buenos chuzos, pantalón y camisa de marca, hasta las medias y el bóxer; mantengo a mis princesas, a la reina y a mis hijos, bien bonito.
—Sí, claro que quiero regenerarme, oiga mi rey, poseo el perfil perfecto para ser Asambleísta, tengo vasta experiencia y un plus; no se necesita haber estudiado; seré un Padre de la Patria, ya me verá fiscalizando y haciendo leyes para mi pueblo, y después, con la ayuda de Dios y algo de maña, ganaré la presidencia; usted estará conmigo mi capi. ¿Cómo le quedó el ojo?.








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